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A menudo se cita a Bob Dylan, evocando aquello que cantó allá por la década de los sesenta: “Los tiempos están cambiando”. Y, desde luego, en materia de movilidad, tecnología del motor o tendencias viajeras, hoy la revolución quizá no ha hecho más que empezar.
Vayamos con las inquietudes de los millennials, esa generación que nació en los 80 y primeros 90 cuya actitud para conocer el mundo difiere de los hábitos consolidados en otras franjas de edad de la población. Un colectivo que, de manera irreversible, ha modificado el turismo internacional, pero en el que también se advierten inquietudes y hábitos a la hora de viajar diferentes respecto a los de generaciones anteriores.
El coche, al ralentí entre los jóvenes
Uno de los más evidentes es el que tiene que ver con el hábito de conducir. Estudios como el que recientemente publicaba la Federal Highway Administration de Estados Unidos resultan bastante reveladores a este respecto. En este país, la licencia para conducir se puede obtener desde los 16 años. En 1997, el 43% de los jóvenes la conseguía a esa edad y a los 17 años ya era un 62%, mientras que entre los 20 y 25 años la terminaba de adquirir el resto, alcanzando casi el 90%.
Sin embargo, ahora la realidad es otra y en el primer año apenas la tiene el 25%, llegando al 45% a los 17 años (frente al 62% mencionado de finales de los noventa). Así lo reflejan en la página Coches.com y en otras publicaciones expertas, en las que también se destaca la preferencia de este segmento de población por otras opciones alternativas como el patinete eléctrico, la bicicleta, el carsharing —con 15 millones de usuarios en todo el orbe— o la movilidad compartida a través de diversas plataformas online.
Como recuerdan en la web Coches.com, «hubo una época en la que esperábamos ansiosos a que llegara el momento de cumplir la mayoría de edad por diversos motivos. Se abrían muchas puertas con ese cambio de cifra, pero una de las más importantes era la de poder conducir«. Una costumbre que también ha cambiado de modo generalizado en casi todo Occidente.
El transporte público como prioridad
Esta cierta desafección de esta generación por el volante respecto a sus antecesoras influye, evidentemente, a la hora de elegir el medio de transporte para viajar. Desde la empresa We Road, especializada en viajes para millennials, aseguran que, fundamentalmente en los viajes internacionales, una vez en el destino, los jóvenes priorizan el desplazamiento en transporte público local. Se trata, en definitiva, de «hacer una verdadera inmersión, y para eso es fundamental trazar un plan de movilidad que nos permita saber qué rutas son las más adecuadas, además de conocer las normas viales y de tráfico de cada uno de nuestros destinos para viajar de la manera más segura».
¿Y cómo son los viajes millennials?
«Normalmente, la mayoría de nuestros clientes son jóvenes profesionales que deciden ceder algo de confort para vivir experiencias únicas que se conviertan en inolvidables», apunta Laura Pérez, country manager de We Road.
«Hay estudios europeos que nos dicen que, en Europa, más del 60% no tiene una relación estable, lo que muchas veces puede dificultar la organización de las vacaciones con amigos por estar estos en pareja, por tener hijos, por una incompatibilidad de fechas o porque no sepan hasta el último momento los días disponibles para hacer planes», apostilla Laura Pérez.
La empresa de Pérez se creó en 2017 precisamente para conectar a todas estas personas que, solas o con más gente, quieren compartir su ocio explorador tejiendo nuevos vínculos, en grupos reducidos y con intereses afines, sumando así a la vivencia individual el valor añadido de la interacción con el resto. Porque sí, ya se sabe que el coche y otros medios de transporte fomentan la socialización e incluso pueden servir de divertido diván o karaoke.
El verano infinito y otros destinos de éxito
Los viajes de aventura son los más demandados por la comunidad millennial. En 2023, afirma Laura Pérez, «triunfan destinos tropicales y de verano infinito (Cuba, Tailandia, Bali, Costa Rica…)”. Otra seña de identidad es la ausencia de fronteras, muy propia también de la llamada Generación Y. A esta hay que sumar otras como la flexibilidad, la improvisación a última hora, la personalización de cada escapada o la variedad de opciones para huir de la cotidianidad y paladear las costumbres auténticas —lo genuino, lo autóctono— de la ciudad o el país elegido.
«¡Momentos wow!», los definen en We Road: «Esas experiencias que forman parte del itinerario y que suponen el clímax para los viajeros». Sorpresas emocionantes —»la Wow Experience»— como practicar trekking de madrugada para ver un amanecer espectacular en Islandia. Sin duda alguna, los tiempos cambiaron… Y la Generación Z, que es más joven que los millennials y la siguiente en salir a escena, viene pisando fuerte.
Sí, Dylan casi siempre acierta…
Los Gobiernos, las entidades turísticas y la industria de la automoción siguen de cerca cada cambio social; en este caso, los hábitos de los millennials. Una generación que se toma en serio las célebres palabras del escritor Hans Christian Andersen: «Viajar es vivir». Pero que lo hace buscando experiencias únicas. De esas que —ojalá— dejen un gran legado cultural para el futuro.