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Cajas negras: del cielo a las carreteras
Desde 2022, es obligatorio que todos los coches lleven una, pero en los aviones es común desde hace décadas. Se llaman EDR, Event Data Recorder por sus siglas en inglés y registro de datos sobre eventos en castellano, pero todo el mundo las conoce por su denominación más coloquial: cajas negras.
En el caso de los vehículos de carretera, las cajas negras se empezaron a utilizar a mediados de los años 90 por parte de marcas americanas como Buick, Chevy y Cadillac. Hoy, la mayoría de los vehículos están equipados con una, aunque sus funciones varían mucho de unos modelos a otros.
Cajas negras ¿Qué son?
Se suelen colocar debajo del asiento del conductor, fijadas al chasis y son, más o menos, del tamaño de un teléfono móvil. Están fabricadas a partir de materiales muy resistentes y capaces de aguantar un accidente de carretera.
En la mayoría de los casos, los dispositivos EDR se instalan durante la fabricación del coche, pero hoy ya existen alternativas dirigidas específicamente a los conductores. Alternativas que pueden comprarse directamente y que se colocan de forma casera, por ejemplo, a través de una ventosa en el parabrisas o conectadas directamente al sistema de diagnósticos de a bordo del coche. Algunas ofrecen, incluso, la posibilidad de monitorizar los datos recogidos por el EDR a través de una aplicación móvil.
¿Qué registra una caja negra?
Entre otras cosas, el dispositivo registra datos relacionados con la velocidad, las revoluciones del motor y la dirección del vehículo. Además, en caso de que el vehículo se vea involucrado en un accidente, la caja negra también recogerá información sobre los segundos previos al suceso y los posteriores, así como la fuerza del impacto, si lo hubiera.
Con esa información, después será un ordenador el que analice el accidente, y lo que ha pasado con el vehículo, para diagnosticar su causa más probable.
Pero además de para diagnosticar accidentes pasados y prevenir accidentes futuros, las cajas negras también recogen otros datos que permiten evaluar el desempeño del vehículo en caso de desastre. Datos como la posición del embrague o la forma en la que se disparan los airbags. También, en algunos casos, se puede utilizar el GPS de las cajas negras para localizar vehículos en caso de robo.
En ocasiones, los EDR pueden estar equipados con una cámara que registra en vídeo lo que sucede. Estos modelos, suelen ser incluso más precisos; además de los datos, también registran todo aquello que veía el conductor (y lo que sucedía en la carretera), lo que puede facilitar la asignación de responsabilidades cuando el coche se vea involucrado en un accidente.
Cajas negras: la revolución de los seguros para coches
Por supuesto, el uso de las cajas negras va más allá de los fabricantes de coches y su utilidad, más allá del mero estudio de cómo se comportó el vehículo ante un imprevisto. En los últimos años también han sido ampliamente utilizadas por parte de las compañías de seguros. En ese caso, la información de los EDR permite a las aseguradoras evaluar el riesgo de conceder a alguien una póliza basándose en su uso anterior del coche.
Además, de cara, precisamente, a las pólizas de seguros, las cajas negras tienen una ventaja obvia. Mientras que, hasta ahora, el precio de los seguros se valoraba en función de una serie de variables relativas al conductor, con el uso de las cajas negras, en vez de eso, el precio del seguro se puede asociar directamente a la forma de conducción del asegurado, basándose en su desempeño real y anterior. Y podrían permitir que alguien que tradicionalmente habría recibido una cotización elevada para su póliza (por ejemplo, un conductor menor de 21) pueda abaratar sus costes si conduce bien y sin correr riesgos.
En algunos países como Reino Unido, los EDR también permiten a las compañías de seguros limitar el uso que se le puede dar a un vehículo, poniendo coto, por ejemplo a las opciones de conducción más arriesgadas: la conducción nocturna o a través de zonas peligrosas. Incluso, en algunos casos, pueden servir para establecer una distancia máxima de conducción porque, obviamente, a mayor número de kilómetros, mayor es el riesgo de sufrir un accidente por una cuestión puramente estadística.