Chubasco, llovizna, diluvio, granizo, aguacero… En algunos idiomas, como el castellano, son numerosos los términos con los que podemos referirnos a la lluvia. En gallego se calcula que hay cerca de un centenar de palabras para designar a este fenómeno atmosférico. Pero tal cantidad de recursos lingüísticos no siempre van acompañados de otro tipo de recursos con los que hacer frente a la lluvia, sobre todo cuando esta se presenta copiosa o se alarga durante mucho tiempo. Es entonces cuando sufrimos inundaciones, riadas y otro tipo de destrozos que, a veces, derivan en catástrofes.

En la carretera, la lluvia suele ser en no pocas ocasiones la causa de atascos y también de accidentes. Aunque estos no siempre tienen que ver con las consecuencias de la climatología en las infraestructuras, sino con el propio comportamiento de los conductores. Porque, en ocasiones, la lluvia también provoca que nuestra mente se llene de nubarrones que nos impiden actuar con la prudencia necesaria. Por eso no está de más recordar algunos de los consejos básicos cuando la lluvia o la tormenta nos pilla al volante.

Alerta, que llueve

Ser precavido es una de las primeras cosas que se deben tener en cuenta cuando nos topamos con una tormenta. Seguro que tu profesor de autoescuela te dijo esto alguna vez: el momento más peligroso es cuando caen las primeras gotas. Se juntan con el polvo acumulado, y hacen que los neumáticos tengan menos adherencia. Ese momento es crucial porque puede incluso llevarnos fuera de la calzada, ya que la distancia de frenado es mayor.

El aquaplaning no es divertido

Sí, los neumáticos son muy importantes, sobre todo porque es la única parte de tu coche que está en contacto con cualquier superficie, y por lo tanto, una de las que más dependemos. Por eso hay que estar muy pendiente de la profundidad de los dibujos y la presión indicada por el fabricante, factores clave a la hora de asegurarnos de que los neumáticos se agarren al pavimento y evitar situaciones como el aquaplaning. En caso de que ocurra esto último, debemos levantar el pie del acelerador, de forma ligera y sin pisar el freno, dejando que el coche vaya parando poco a poco.

visibilidad reducida por la lluvia

¿No ves?

Luna delantera limpia de polvo e insectos, buen estado de las escobillas y aire para desempañar los cristales. Si tu parabrisas no cumple con estos requisitos, es posible que tu visibilidad se reduzca, y eso es un problema. Y aun cumpliendo con todos esos requisitos, con lluvia siempre tendremos que adaptar la velocidad a las condiciones de la vía y aumentar la distancia con el coche de delante. 

Luces, neumáticos, ¡acción!

Las luces de corto alcance suelen ser suficientes para ayudar a los demás a que te vean. Si la situación es extrema, entonces podremos usar las luces antiniebla.

¡Rayos!

¿Conoces la jaula de Faraday? Sin entrar en detalles, un vehículo puede considerarse como una jaula de Faraday, esto es, un contenedor que, gracias a los materiales conductores de electricidad con los que está fabricado, protege su interior contra los efectos de campos eléctricos que vienen del exterior. En definitiva, si te pilla una tormenta eléctrica en el coche estarás protegido. No obstante, conviene que tengas en cuenta una serie recomendaciones, como apagar la radio o alejarse de vallas metálicas y tendidos eléctricos para garantizar al máximo tu seguridad. 

Puedes parar

Si la lluvia es copiosa, puedes parar, siempre y cuando alertes al resto de conductores y lo hagas en una zona segura. Y no te cortes: enciende las luces de emergencia, las de cruce y las antiniebla. ¡Aunque, más que tu coche, parezca un casino de Las Vegas!

Mira el cielo más

Eso, o consulta una app o una web antes de subir al coche para informarte del pronóstico meteorológico. Puede ayudarte a prever situaciones adversas si allá donde te diriges está cayendo el diluvio universal. 

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