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A estas alturas a nadie se le escapa el peligro del tándem alcohol + volante. Pero, pese a ser una de las conductas más perseguidas por las administraciones públicas de todo el mundo y al severo endurecimiento en muchos países de las penas que conlleva esta práctica, hoy sigue siendo la causa de numerosas muertes en la carretera.
Ni concienciación primero, ni la persecución y el castigo después han logrado erradicar esta conducta. De ahí que en los últimos años se haya optado por buscar soluciones tecnológicas que ayuden a paliarla, incluso que logren cortar el problema de raíz.
Ni se te ocurra arrancar
La punta de lanza en el empleo de la tecnología para combatir la conducción bajo los efectos del alcohol la encontramos en Estados Unidos. Allí, a finales de 2023, los reguladores del mercado de coches comenzaban el proceso para imponer a los fabricantes incorporar tecnologías que impidan que los vehículos arranquen cuando el conductor esté ebrio. De momento, se trata solo de la recopilación de información sobre alternativas y de la aprobación de estándares mínimos de seguridad, pero el inicio del proceso invita a pensar que esa exigencia podría estar sobre la mesa más pronto que tarde.
La propuesta de los estadounidenses se centra en la llamada detección pasiva. Esta engloba todos los métodos de detección que no requieren ninguna acción por parte del conductor para evaluar su consumo de alcohol, lo que la hace especialmente adecuada para evitar que una persona pueda coger el coche después de beber.
Detectar alcohol a través del aliento, el tacto y la vista
En principio, hay tres tecnologías diferentes que pueden utilizarse para impedir que una persona que esté bajo los efectos del alcohol pueda poner en marcha un coche. Las tres buscan ser capaces de identificar al conductor ebrio.
La tecnología más avanzada hasta la fecha utiliza sensores para medir el alcohol presente en el aliento de una persona. Otra de las posibilidades es la de usar otro tipo de sensores capaces de medir el nivel de alcohol sanguíneo a través de la piel. La última, en vez de analizar los niveles de alcohol en sangre, contaría con una cámara capaz de reconocer patrones de movimiento en los ojos de las personas y de identificar los que concuerdan con los efectos del alcohol. Hoy, las tres tecnologías están todavía en fase de desarrollo. Pero la realidad es que los primeros vehículos fabricados equipados con ellas (los dispositivos de detección de alcohol en el aliento podrían estar listos a finales de 2024) podrían llegar en los próximos años.
Las primeras iniciativas
También en EE.UU se ha creado el programa de investigación DADSS (Driver Alcohol Detection System for Safety), que han puesto en marcha conjuntamente la Agencia Nacional de Seguridad Vial de Estados Unidos y la Coalición por la Seguridad en las Carreteras. El objetivo del programa es desarrollar las nuevas tecnologías más prometedoras para la detección de alcohol y emplearlas en la lucha contra la conducción bajo sus efectos.
Trabajan en dos sistemas de detección pasiva. El primero, capaz de analizar el aire espirado e identificar su concentración de alcohol y dióxido de carbono. El segundo, destinado a “analizar el alcohol rastreable bajo la piel de un conductor”. Este sistema mediría la concentración de alcohol en sangre a través de la observación de sus capilares, iluminados con luces infrarrojas. Según DADSS, su equipo de ingeniería ya ha desarrollado un prototipo y se encuentra ahora trabajando para integrarlo en un vehículo.
Desde el sector privado, una de las empresas que trabaja en el desarrollo de soluciones para detectar el consumo de alcohol en los conductores es Magna. La empresa canadiense presentaba a principios de este año un sistema dirigido a “combatir la conducción bajo los efectos del alcohol”. La idea de Magna combina dos de las tecnologías que pueden detectar la embriaguez. Por un lado, el sistema incluye un sensor de aire y gas que, colocado detrás del volante, es capaz de analizar el aliento del conductor. Además, también incluye una cámara capaz de detectar “distracciones del conductor, somnolencia e intoxicación a través de señales de las pupilas”. El sistema de Magna quiere determinar con rapidez si los conductores “están en condiciones de conducir” o si, por el contrario, deberían dejar el coche aparcado y optar por el transporte público.