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El lenguaje, las palabras que usamos, suelen ser el reflejo de la sociedad que lo maneja. Si los seres humanos cambiamos, evolucionamos, también lo hacen las palabras que empleamos. Es una cuestión de lógica: necesitamos nombrar la realidad que nos rodea y por eso, si no existe la palabra, nos la inventamos. O si existe, adaptamos o incluso cambiamos su significado para encajarla con esa nueva realidad. Por eso, hoy queremos repasar la historia y la etimología de la palabra coche.
Ocurrió con la palabra carretera, un derivado de carreta, que a su vez era un diminutivo de carro, y que servía para nombrar a los vehículos de dos ruedas tirados por caballos y otros animales. Una carretera era, pues, la calzada por la que circulaban las carretas. Pero cuando los vehículos evolucionaron, la carretera amplió su significado para admitir cualquier tipo de transporte que pudiera circular por ella.
Cuando los carros y carretas adquirieron una variedad que resultaba difícil encajar en esos dos términos, los hablantes se vieron obligados a buscar otras palabras que se ajustaran más a esos nuevos tipos de vehículos. Porque no era lo mismo una carreta que una carroza, por ejemplo, o un coche. Pero ¿de dónde viene esta última palabra y por qué la usamos en España con el significado de automóvil?
Ocurrió que, en Hungría, el pueblo de Kocs era una autoridad en la fabricación de carrozas. En especial, una calesa tirada por caballos y pensada para transportar a dos personas con toda comodidad. Los húngaros la llamaban Kocksi-szekér, que podría traducirse por carro de Kocs. Pero como el término era un poco largo y las lenguas, a veces, se vuelven perezosas, la expresión terminó por abreviarse en un simple kocsi, que se pronunciaba cochi. Y de esa palabra húngara es de donde viene nuestro coche.
Probablemente llegó a España por una cuestión familiar que unía a la corte española con la húngara, ya que el emperador Carlos V era el hermano de Fernando III de Hungría. Húngaros y españoles la usamos para hablar de automóviles, pero en inglés se adoptó la palabra latina carrus para este concepto, que derivó en car.
¿Se olvidaron los ingleses de la palabra kocsi? No, pero prefirieron usarla para otras cuestiones. Del término húngaro deriva la palabra inglesa coach, que significa entrenador o instructor y que alude al sentido primitivo de lo que te lleva, como si fuera un coche imaginario, y te conduce a una meta, a un objetivo.
Poniéndonos poéticos, si la vida es una carretera por la que tenemos que circular, da igual si lo hacemos en coche, en automóvil o guiados por un coach. El caso es moverse y avanzar.