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Distintos equipos especializados planifican y calculan los elementos necesarios para evitar cualquier incidente dentro de estos espacios
Según la definición más canónica, los túneles son “un tipo de infraestructura subterránea que busca conectar dos puntos externos atravesando superficies planas, accidentes montañosos e incluso mares”. En esa síntesis lingüística de cómo unir un recorrido de la forma más corta, entran, no obstante, bastantes variables. Elementos de la ecuación que complican el concepto y que suponen todo un reto a la hora de emprender una obra de tal calibre. Sirven, además, para garantizar la seguridad de los usuarios. A pesar de las ficciones sobre catástrofes en estos espacios, vienen precedidos de un estudio exhaustivo.
Un túnel necesita una planificación y el trabajo de muchos profesionales. Además del trazado oportuno y de las pruebas esenciales en cualquier proyecto de este tipo, tiene sus
particularidades. Santiago Veyrat, experto en geología y geotecnia de túneles y vocal del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, explica como, “a la hora de definir la necesidad” de este tipo de empresas, “se hace un análisis técnico y económico”.
“Los túneles se consideran como una opción para salvar accidentes geográficos, principalmente zonas montañosas, aunque también se plantea su uso para salvar poblaciones y/o enclaves con interés cultural/histórico”, nos cuenta. “Asimismo, en los grandes núcleos urbanos se tiende a diseñar las vías de transporte o los servicios de instalaciones como agua o electricidad en forma túneles para dotar de más espacios para uso y disfrute de los ciudadanos”, añade, enumerando el procedimiento habitual: “En el caso de las vías de comunicación terrestre, ya sea para carretas o para ferrocarriles, los estudios se dividen en varias fases: un estudio informativo, un proyecto básico o de trazado y uno de construcción”.
Según detalla, en la fase de estudio informativo se analizan corredores donde se plantea trazar la vía férrea o la carretera. Estos estudios, cuenta Veyrat, incluyen “la obtención de una topografía general, así como una recopilación de documentación sobre el terreno y aspectos socioeconómicos de la zona”. De esta forma, “se definen distintas alternativas de trazado en las que se incluyen los posibles túneles y otro tipo de estructuras necesarias para cada alternativa”.
“En la siguiente fase, denominada proyecto básico o de trazado, se selecciona la alternativa de trazado según criterios técnicos y económicos. Se debe definir en esta fase la geometría de los túneles, el método constructivo, así como todas las condiciones geológicas e hidrogeológicas que se espera encontrar durante la excavación del túnel”, advierte el especialista.
En la fase de proyecto constructivo, concreta Veyrat, “se definen y presupuestan todos los elementos necesarios para llevar a cabo la construcción de la obra y para su licitación”, apunta. “Y en todas se realizan estudios topográficos, geológicos, geotécnicos e hidrogeológicos y de gestión de los materiales excavados (reutilización o su ubicación permanente)”.
A partir de este análisis, existen otros factores importantes a la hora de distinguir entre túneles. Uno es el uso que se le va a dar y, por tanto, qué se va a necesitar. Partiendo de esta premisa, se valoran las dimensiones. “Dependen del uso de estos. En el caso de túneles de carreteras, dependerá del volumen de tráfico dimensionado y, a partir de esta información, se define la sección geométrica del túnel de acuerdo a una serie de normativas que estipulan el ancho de los carriles, arcenes y disposición de los servicios de iluminación, señalización, así como las medidas de seguridad necesarias (apartaderos, control de incendios, etc.)”, anota Veyrat.
“En el caso de los túneles ferroviarios, las dimensiones vienen definidas por la velocidad planeada para los trenes, así como si se va a tratar de un túnel de vía única o doble vía. Igualmente, arcenes, señalización y sistemas de seguridad están regulados por normativas específicas”, puntualiza. En ambos casos, hay una serie de amenazas que se abordan con cautela. “Durante la fase de construcción, la mayor amenaza es el posible colapso del túnel; sin embargo, durante su vida útil el mayor riesgo es el de incendios. Para ello, hay una normativa europea que establece todas las medidas de control de incendios, así como los protocolos de actuación de los servicios de emergencia para mitigar el impacto de un posible fuego en un túnel”.
Para eso hay unas cuantas piezas clave en este tipo de infraestructuras. Dependiendo de su longitud y sus dimensiones, las normativas establecen la distancia entre salidas de emergencia, así como los puntos de información y aviso de emergencias (teléfonos, señalización, bocas de agua, apartaderos para coches, etcétera). “En caso de túneles largos, las salidas de emergencia
consisten en un túnel paralelo al principal que permite el acceso de vehículos pequeños de emergencia y la evacuación de peatones”, reseña el experto.
También se manejan opciones como el paso de transportes con mercancías peligrosas. “Está regulado por cada país, ya que, en caso de accidente, las consecuencias pueden ser mayores que en el caso de mercancías no peligrosas”, contempla el experto. “En España, por ejemplo, el Real decreto 635/2006 prohíbe el tránsito de mercancías peligrosas por los túneles, salvo en aquellos incluidos en los itinerarios recomendados para el transporte de mercancías peligrosas o que mediante un análisis de riesgos se observe que no hay alternativa disponible para evitar el túnel”.
Y, por último, lo más temido: un accidente. Es esa remota coyuntura, se actúa desde varios ángulos. “Los túneles disponen de sistemas de monitoreo que informan de cualquier incidente dentro. Estos sistemas se controlan desde una sala de control que permite tomar decisiones en tiempo real. En cada uno se definen y se prueban protocolos de actuación en distintos escenarios para asegurar una correcta evacuación en caso de fuera necesario. Estos protocolos de actuación incluyen una coordinación entre los servicios de gestión del túnel y las autoridades públicas (bomberos, policía, servicios médicos, etcétera)”, afirma Veyrat. Muchas de estas simulaciones se pueden ver en publicaciones de redes sociales.
Allí se ilustra qué pasa cuando hay algún incidente y cómo actuar. Por norma general, se procede de forma ordenada para que los congregados salgan sin lamentar daños. Y para que un túnel sea eso: una definición sencilla en un diccionario sin problemas añadidos, aunque la ficción quiera imaginar otras tramas.