Cuando se discute la contaminación asociada a los vehículos, la primera solución que viene a la cabeza suele ser la de sustituir los de combustión interna por alternativas eléctricas. Es así porque ese tipo de motores alimentados por combustibles fósiles es una de las principales fuentes de emisiones de CO2 a la atmósfera. Sin embargo, aunque deseable, esta solución no es, ni mucho menos, la única a la hora de reducir la contaminación asociada a los sistemas modernos de transporte.

Quemar rueda sin ensuciar los mares

Para The Tyre Collective, uno de los problemas a resolver es la contaminación producida por la degradación de los neumáticos. Las ruedas, debido al rozamiento al que se ven sometidas con el uso, liberan partículas de caucho y plástico. Se trata de residuos diminutos, pero que son liberados durante toda la vida útil de los neumáticos. Un tipo de contaminación de apariencia mínima pero con un impacto desmesurado: según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, este es el segundo tipo de microplástico presente en nuestros océanos en mayores cantidades.

Por esta razón, la start-up inglesa, fundada en tándem por el Royal College of Art británico y el Imperial College de Londres, se ha propuesto innovar para reducir las cantidades de este residuo emitidas por los neumáticos que acaban flotando en el aire. Su solución es un dispositivo diseñado específicamente para capturar las partículas de caucho cuando se producen en las ruedas y antes de que terminen en la atmósfera. 

La solución no estaría completa sin dar una nueva vida a estas partículas

En el fondo, la idea detrás de la creación de The Tyre Collective no es nueva. Es prima hermana de los guardabarros, un dispositivo que se conoce desde años y cuyo objeto es, también, el de impedir que otros sedimentos producidos por ruedas y neumáticos acaben donde no deben, en este caso, en la luna del coche que tenemos detrás.

En este caso, al funcionamiento clásico de un guardabarros —actuar como pantalla para impedir que el barro salga volando—, suma una novedad: el diseño utiliza placas electrostáticas que atraen las partículas de caucho. El invento de la compañía inglesa, según sus propios estudios, es capaz de atrapar hasta el 20% de estos residuos. 
¿Y después? La solución no estaría completa sin dar una nueva vida a estas partículas. Para ello, desde The Tyre Collective proponen reciclarlas. Este tipo de material tiene aplicaciones en impresión 3D y se puede utilizar para fabricar suelas de calzado, aislamientos sonoros e incluso prendas de ropa deportiva.

Optimizar el tráfico para limpiar el aire

Otro ejemplo de proyecto innovador que quiere reducir la contaminación provocada por los vehículos es el del equipo del profesor Yu Yang, de la Universidad de Lehigh en Pensilvania. El enfoque del estadounidense y sus colegas es diferente. Para ellos, la lucha contra la polución tiene un componente social y en esta misión recurren a la tecnología.

El proyecto tiene tres pasos. El primero es estudiar los patrones de contaminación de una ciudad usando sensores para identificar las áreas más problemáticas y cruzarlas con información acerca de las características sociales de cada zona. De esta forma, las intervenciones pueden adaptarse teniendo en cuenta las necesidades específicas de cada lugar. Así, el proyecto puede priorizar, por ejemplo, la reducción de la contaminación presente en los alrededores de un hospital que acoge a personas con sistemas respiratorios comprometidos. O la que se produce en torno a un colegio. 

A partir de los datos, el equipo de Yang diseña un modelo de inteligencia artificial capaz de identificar zonas y situaciones de tráfico específicas y relacionarlas con las mediciones de contaminación. Como último paso, el prototipo será capaz de incluir las señales de tráfico existentes en su análisis. A partir de toda esta información, el modelo de Yang realizará simulaciones buscando determinar qué combinación de señales y reglas de circulación es la que consigue una mayor reducción de la contaminación.

Desde Google, ya han emprendido proyectos piloto con un enfoque similar al de los estadounidenses. En octubre de 2023, el gigante tecnológico anunciaba que quería usar las capacidades de la inteligencia artificial para optimizar el tráfico con el objetivo final de reducir la polución.

Su proyecto Green Light apunta en esa dirección. Usando datos de Google Maps y modelos de IA entrenados para ello, Green Light analiza patrones de desplazamiento y ofrece sugerencias para mejorar la eficiencia de los sistemas de regulación del tráfico. Para ello, además, analiza un orden prioritario de intersecciones y puntos en los que las optimizaciones tendrían un impacto mayor.

Según las estimaciones de la empresa, el proyecto podría llegar a reducir las paradas en intersecciones en más de un 30%, y con ellas, las emisiones de gases en cerca de un 10%. Y todo sin necesidad de hacer ningún cambio sobre la mecánica del coche. La empresa de San Francisco ha implementado esta iniciativa en 12 ciudades a nivel global: Abu Dhabi, Bangalore, Budapest, Haifa, Hamburgo, Hyderabad, Yakarta, Kolkata, Manchester, Río de Janeiro y Seattle.

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