De la simbiosis de los términos ingleses restored y modified sale restomod, y es todo un arte. Se trata de coches restaurados y modificados que, a partir del molde original, integran elementos y materiales actuales. Así, se mantiene la estética clásica más genuina, pero con nuevos componentes que lo adaptan a la vida moderna. 

Una operación automovilística que resucita los vehículos brindándoles más fiabilidad y consiguiendo que sean más ecológicos y consuman menos. Eso sí, sin perder la esencia. Iconos que perduran gracias a la pericia artesanal de profesionales del sector.

«Hay quienes lo ven como algo alucinante y quienes creen que es una aberración», apunta Ángel Luis Martín, product manager de Restomod Classic y Gotenman Technology. Con delegaciones en España, Inglaterra y Estados Unidos, aquí trabajan a partir de miniclásicos a los que ponen la mecánica de un Ford Fiesta, por ejemplo. Una combinación que, en efecto, conserva la imagen del modelo primigenio, pero con unas prestaciones adecuadas para circular hoy mismo. Y, como destacan desde la empresa, se busca crear «un vínculo emocional, conjugando exclusividad, libertad y adrenalina». En su caso, cada año atienden unas diez unidades ya que requieren «una dedicación muy manual, donde el plazo de entrega varía porque toca fabricar muchas piezas a mano, una a una, y probar que encaje todo». Una revisión exhaustiva que comprende desde la fisionomía del coche hasta el sistema de frenos, las suspensiones, los cinturones de seguridad, las llantas, los neumáticos, el alumbrado, el motor, la transmisión y aspectos interiores como la tapicería. Básicamente, una ingeniería mimada al detalle para lograr la mayor comodidad y seguridad posibles cumpliendo las nuevas normativas a bordo de una leyenda sobre ruedas.

El valor sentimental como motor de arranque

«Tenemos una relación casi sentimental con todos nuestros coches», comenta el product manager de Restomod Classic. Incluso cada uno de los vehículos que restauran y modifican tiene nombre. «Sí, sí, ¡todos! Porque esto debe tener alguna simbología con el propio coche». Sin ir más lejos, el miniclásico amarillo que muestra al hacer esta entrevista se llama Limoncello. Y así con cada ejemplar.

Al fin y al cabo, detrás del restomod brotan historias muy personales. «Mucha gente aún guarda el automóvil que le regaló su abuelo, que está casi inutilizable, pero lo quieren mantener. Y nos lo traen para ver si pueden darle un uso cotidiano», revela. Y, claro, dados los criterios legales de estos tiempos, la mejor opción deriva en confiar en esta suerte de talleres gourmet donde se respira vocación por resucitar clásicos, mitos del asfalto. 

Reciben algunos —en condiciones inenarrables— hasta de los años 70… «Muchos llegan casi con el cascarón, solo con la carrocería y llenos de golpes y óxidos», señala Ángel Luis Martín. Y, entonces, comienza la tarea de ajustar presupuestos a cada proyecto y valorar la mejor manera de personalizarlo. No es tarea fácil. Y, si bien por todo el mundo hay quien lo hace, no abundan tantos maestros del restomod

En Estados Unidos destacan marcas tipo Mini, Escarabajo o Mustang, además de referentes como Singer Vehicle Design modernizando Porsches; si viajamos a Italia, priman los Lancia o brillan joyas como el Lamborghini Diablo de la start-up Eccentrica Cars; y en España, aparte de los miniclásicos en Restomod Classic, surgen otras grandes propuestas, como BeMyWheels con Land Rover. Y así, sucesivamente, se pueden cruzar fronteras en busca de expertos, amantes de lo vintage con futuro. Pura tecnología y pasión por la carretera. Y todos, quizá, con un motor de arranque común en cada caso: la emoción, la nostalgia, el anhelo. En suma, el valor sentimental.

Una labor de orfebrería

Los coches clásicos que se someten al arte del restomod suelen disponer de estructuras relativamente simples que facilitan su reconversión en eléctricos. Un salto cualitativo, sin duda, que potencia las prestaciones del original y que, según los especialistas, está proliferando en el Reino Unido o en Estados Unidos. Mención especial a las populares furgonetas T1 y T2 de Volkswagen, símbolo universal.

Huelga decir que estos trabajos no equivalen a una restauración tradicional, donde se localizan piezas idénticas y primigenias para que el resultado final parezca salido de fábrica, sino que aquí se rescata un automóvil de antaño con accesorios más modernos. Tras esa apariencia indeleble se esconde un tratamiento de orfebrería que —según mandan los cánones— anula el sello de vehículo histórico al trastocar las características técnicas principales, pero lo deja niquelado: listo para una segunda vida. 

Limpio por dentro y por fuera, como si rejuveneciera la condición física de una persona, pero con la cara de siempre. Y, seguro, con una sonrisa. Porque el restomod apela a la tecnología punta, sí, pero con un envoltorio artesanal y el cariño por un pasado que no se quiere olvidar.

Imágen cedida por Restomod Classic – Gotenman Technology
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