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La sostenibilidad, la seguridad y el coche eléctrico, con una autonomía limitada, añaden incertidumbre al futuro de una medida con gran popularidad en el país
Para los amantes de los coches potentes, las autobahns o autopistas alemanas sin límites de velocidad son una especie de paraíso en la tierra, carreteras que permiten apretar el acelerador sin miedo a las multas. Al margen de esta ecuación queda la seguridad y el mayor riesgo de sufrir heridas graves en un accidente de tráfico. Tampoco se tiene en cuenta la sostenibilidad.
Pero ni la velocidad es el único factor que interviene en la mortalidad de los accidentes, ni todas las autopistas alemanas cuentan con esta medida que en el resto del mundo es inédita, ni la ausencia de límites, con mucho arraigo entre la ciudadanía alemana, tiene demasiado sentido cuando el horizonte es el coche eléctrico, cuya autonomía se resiente a altas velocidades.
Para empezar, hay que desmontar algunos mitos sobre las autobahns. La realidad es que no todas las autopistas alemanas carecen de restricciones de velocidad. Si se quiere dar zapatilla al acelerador, hay que buscar dónde está permitido, ya que en aproximadamente el 40% de las autopistas alemanas existe un límite de velocidad. Los camiones solo pueden circular a un máximo de 80 kilómetros por hora y los conductores deben conducir siempre y en todas partes a una velocidad adaptada a las circunstancias de la vía, es decir, en función del tráfico, las condiciones atmosféricas o del propio asfalto.
Además, en toda Alemania se aplica una velocidad máxima orientativa recomendada de 130 kilómetros por hora. La realidad es que solo en pocos tramos de autopista es realmente posible conducir a velocidad ilimitada durante el día, nunca durante la noche. De hecho, los estudios indican que la velocidad media de circulación de los automóviles en autopistas alemanas es de 125 kilómetros por hora.
Una cuestión política
La velocidad y la seguridad suelen ser magnitudes inversamente proporcionales. Pero hay más riesgos. Tampoco encajan la velocidad y la sostenibilidad, ya que, como es lógico, un coche de motor térmico que se mueve rápido exige más consumo y, por extensión, mayores emisiones de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático.
Por eso, la variable de la sostenibilidad se ha colado en un debate en Alemania, donde siguen siendo mayoría los defensores del estado actual de las cosas. Todos los partidos políticos con representación parlamentaria, a excepción de los Verdes, apuestan por no cambiar la regulación sobre la velocidad en las autobahns. Los ecologistas, en cambio, ponen el acento en el ahorro en la emisión de gases contaminantes a la atmósfera en caso de restringir la velocidad.
Algunos cálculos, como los de la Agencia Federal del Medio Ambiente, cifraban hace unos años en 6,7 millones de toneladas la cantidad de dióxido de carbono que se ahorraría la atmósfera si Alemania restringiese la velocidad a 120 o 130 kilómetros por hora, como los países de su entorno; es decir, se contaminaría un 4,2% menos. Con unas emisiones totales de más de 65.000 megatoneladas de CO2 que emite Alemania en su conjunto, no parece una medida de gran impacto. Y esto se debe, en parte, a que, como demuestran algunos estudios, solo el 2% de los conductores circula por encima de los 160 kilómetros por hora, y el 77% lo hace por debajo de los 130.
Sin embargo, los Verdes, que han formado parte del gobierno aunque en coalición, sí que llevan en su programa la limitación de velocidad por motivos medioambientales. El problema para su aplicación es que ningún otro partido se plantea esta restricción, ya que es una medida impopular. De hecho, con la misma finalidad, se han valorado otras opciones, como limitar la circulación por las autopistas los fines de semana, que se han descartado.
Velocidad y seguridad
La lógica llevaría a pensar que, a mayor velocidad en los desplazamientos por autopista, mayor riesgo y, por tanto, mayor mortalidad. Pero lo cierto es que Alemania se mantiene mejor que la media europea en términos de tasa de accidentes mortales en las carreteras. Es, de hecho, el quinto país de la Unión Europea con mejores registros en este sentido, solo superado por Suecia, Dinamarca, Irlanda y Finlandia.
En Alemania mueren por accidente de tráfico entre 31 y 34 personas por cada millón de habitantes. La media de la Unión Europea es de entre 42 y 46 fallecidos por esta causa. En España, con los límites de velocidad dentro de la media, esto es, 120 kilómetros por hora en autopista, la cifra se sitúa entre los 29 y 36.
¿Hay más accidentes en las autobahns? De 264.000 siniestros al año, 15.000 se producen en autopistas alemanas, pero no todas tienen la velocidad ilimitada. Es decir, menos de un 6% suceden en este tipo de vías, y no todos ellos se producen en carreteras sin límites. De hecho, solo el 12% de los 2.700 fallecidos se produjeron en autopista.
Si se tienen en cuenta los desplazamientos totales y se llevan las cifras a magnitudes absolutas y comparativas, por cada 1.000 accidentes en Alemania se produjeron cuatro muertes en zonas urbanas, 21 en autopistas y 24 en carreteras rurales. Pero estas cifras no computan los kilómetros que se recorren por cada tipo de carretera.
Datos de ADAC, el club automovilístico más popular de Alemania, indican que 1,5 personas mueren por cada millón de kilómetros que se recorren por las autopistas alemanas, mientras que 4,7 lo hacen por cada millón de kilómetros en carreteras federales o regionales. La velocidad no parece, por tanto, el único factor decisivo a la hora de salvar la vida en caso de accidente.
Límites en el mundo
El límite de velocidad, más allá de ser una cifra en un cartel, refleja cómo cada país gestiona la movilidad, la seguridad vial y la sostenibilidad. Alemania no es estrictamente un caso único en Europa, ya que la Isla de Man tampoco tiene restricciones. Esta pequeña ínsula no forma parte de la Unión Europea. Además, sus carreteras sinuosas no invitan a pisar el acelerador.
Italia, por su parte, destaca con su máximo de 150 kilómetros por hora en ciertos tramos de autopistas, lo que la posiciona como el segundo país del mundo con los límites más altos. Sin embargo, en la mayoría de su red, la circulación se limita a 130 kilómetros por hora. Países como Francia y Holanda optan por un estándar de 130, aunque en condiciones meteorológicas adversas este desciende, como ocurre en Francia, donde baja a 110 kilómetros por hora. Noruega, en cambio, es un ejemplo de precaución: su límite máximo de 90 kilómetros por hora en autovías lo convierte en el país con la velocidad más restringida del continente.
Fuera de Europa, los contrastes son igualmente notables. En Japón, la velocidad máxima en autopistas es de 125 kilómetros por hora, mientras que en países como Marruecos y México ronda los 120, ajustándose en función de las condiciones de las vías y las áreas urbanas.
En Estados Unidos, la normativa varía según el estado, pero las máximas oscilan entre los 89 y 129 kilómetros por hora. Argentina y Perú también mantienen límites de 120 a 130 kilómetros por hora en tramos específicos, y destacan por su flexibilidad en ciertas carreteras nacionales o departamentales. Curiosamente, Chipre y Noruega se sitúan en los extremos opuestos en términos de velocidad. Mientras que Chipre establece un máximo de 100 y, en general, de 90, Noruega la sitúa en 80, con excepciones en tramos de autopista, donde se puede llegar a los 110.
Escribe: Guillem Sanchís