Seamos sinceros: no se sale ileso y con apenas tres rasguños tras un accidente rodando como una croqueta por un precipicio, ni los coches explosionan así como así tras un certero disparo en una persecución. Se trata de la magia del cine, esa que nos sigue proporcionando momentos épicos —pura fantasía visual— con la carretera como protagonista.

Al manejo del volante en las secuencias más aparatosas y arriesgadas se encuentran los y las especialistas. No en vano El especialista es el título de la célebre película dirigida por David Leitch y protagonizada por Ryan Gosling en la que el actor —perdón, su doble de acción— aparece circulando a toda velocidad, ora estrellándose, ora huyendo desenfrenadamente, atravesando ventanas, lanzándose desde alturas insospechadas y viviendo un sinfín de peripecias cuando menos asombrosas. Al fin y al cabo, de eso se trata: de invocar a la adrenalina y al frenesí de los sentidos, en este caso, con un thriller al servicio del entretenimiento. Una cinta que, por cierto, cuenta con el récord Guiness de vueltas de campana de un vehículo en un rodaje. ¡Ocho y media! Y no, no es Fellini el autor, valga la licencia cinéfila, sino el osado Logan Holladay, un referente como stunt driver. Así se llama en inglés este oficio sujeto a una delicada preparación, como apunta Daniel Paul Kovacs, otro nombre propio del gremio: “Cada escena requiere un entrenamiento específico. Soy muy afortunado de poder disfrutar de la conducción y haberla convertido en mi trabajo y estilo de vida”.

Ahora volvemos al día a día de estos pilotos trepidantes, pero antes, aquí van unas cuantas realidades imposibles que solo acontecen en la ficción.

Sorpresa: aquí la ficción supera a la realidad

La realidad supera casi siempre a la ficción, excepto en estas películas sobre ruedas, donde se impone el efectismo al rigor de la ciencia, la física y la química. “Siempre me ha parecido raro que en el cine los coches exploten a la menor provocación. En la vida real no es tan fácil”, afirma Daniel Paul Kovacs. “El coche no se convierte en una bola de fuego por chocar con otro coche, ni tampoco si cae por un terraplén. Y por mucho que dispares al tanque de gasolina, no va a arder”. Sí abundan los clichés del género: “Aunque el coche esté en llamas, no va a explotar. Tanto la gasolina como el diésel son combustibles líquidos, no gaseosos, y para que ocurra una explosión se necesita una mezcla de vapor de combustible y aire en una proporción concreta, algo que no suele pasar en un accidente”.

¿Y qué decir de esa especie de trompo con doble tirabuzón más propio del Circo del Sol que de un automóvil? “¡Es otra de las cosas que me hacen mucha gracia! Por mucho que gires el volante bruscamente, eso no implica que vuelques el vehículo: más bien consigues salirte de la carretera”, señala el especialista. Mención especial también a la rotura de los neumáticos en cuanto les roza una bala: un desenlace clásico que, según los expertos del sector, no sucedería tal cual. Incluso rebotaría la munición, señalan, dada la resistencia de la goma.

Horizontal picture of the blockbuster as a man and a woman go away from burning car outdoors

¡Y que no falte el chirrido tremendo e interminable de las llantas, por ejemplo, cuando el héroe o la heroína corren al acecho de un fugitivo! He aquí un sonido lanzado desde posproducción: otra licencia fílmica, como el hecho de salvarse de un tiroteo detrás de las puertas del automóvil. Salvo que sean blindadas, que nadie lo intente en casa. Mejor aún: que nadie lo intente en ningún caso.

¿Y alguien ha visto lo rápido que se hunde un coche en la gran pantalla cuando cae al agua? Con franqueza y lejos del guion, con todo el compartimento cerrado y debido al aire acumulado en el interior, habría un lapso de un cuarto de hora hasta desencadenarse la inmersión fatal en vez del minuto de tensión de una supuesta escena al uso. Todo por el espectáculo. Porque aquí la ficción sí supera a veces a la realidad.

¿Y quién no recuerda esa maniobra de algún personaje que consiste en bloquear el tubo de escape para que el motor salte por los aires? No resultaría tan sencillo: probablemente, se detendría sin más, sin tanta alharaca. No obstante, que nadie lo compruebe empíricamente. Ni ese otro lugar común infalible: esas  piruetas de infarto en la típica carrera en paralelo entre dos vehículos pugnando por sacarse el uno al otro fuera del asfalto: una fricción inaudita, un vertiginoso brindis de carrocerías en un duelo inverosímil que, por pura lógica, ganaría el coche más robusto o quien frenara y embistiera por detrás, más que de lado. O, quién sabe, alguno se estamparía en el quitamiedos o en el arcén porque una coreografía así no la sostiene ni el Ballet de San Petersburgo. Pero los mitos perduran desde tiempos del celuloide hasta esta época de inteligencia artificial. Y la vida —por fortuna— no es Mad Max.

A flying car in a city

Palabras de un especialista al volante

“Desde niño, me han apasionado los coches. Montaba en todo tipo de cacharros con motor y me lo pasaba muy bien. Con el paso de los años me he ido preparando, formando en cursos de conducción de precisión, escolta, drifting o carreras en circuitos”, apunta Daniel Paul Kovacs, actor rumano polifacético y especialista al volante. Una dedicación que, explica, exige mucho entrenamiento físico y mental. ”Los stunt drivers necesitan fuerza, flexibilidad y resistencia. Esto incluye ejercicios de cardio, potencia y agilidad. Además de conducir, hay que dominar otras habilidades como acrobacias, caída segura, manejo de fuego o buceo. Es esencial comprender la mecánica de los vehículos y cómo responderán en diferentes situaciones”.

Y, entre tanto, recalca más claves del oficio: “¡La concentración y la calma! Se utilizan técnicas de visualización y meditación para controlar el estrés y mantenerse enfocado”. Palabras de Daniel Paul Kovacs, afincado desde años en España y a quien recientemente se le ha podido ver en series como Machos alfa y largometrajes como Hotel Bitcoin o Un lío de millones. Porque este especialista compagina su vocación por las cuatro ruedas con la interpretación y el trabajo en el mundo del espectáculo junto a su pareja, la conocida cómica Bianca Kovacs.

High contrast image of a police car arriving near a car crash / scale model scene

Curtido como doble de filmes de acción, subraya que aquí “la seguridad es lo primero”. “Los stunt drivers trabajan junto a directores, coreógrafos y otros miembros del equipo para planificar y ejecutar las escenas de manera segura, con medios de protección y protocolos estrictos para minimizar los riesgos en una profesión ¡de alto riesgo!. Hay que tomar todas las precauciones posibles para evitar accidentes en el set”.

Porque aunque los coches no vuelquen, ni exploten ni ardan como en la gran pantalla —gracias a la destreza de estos malabaristas de la adrenalina— y aunque el entretenimiento mande frente a la ciencia, mejor que la ficción siga superando a la realidad en materia vial. Y no al revés.

Las vueltas de campana… mejor con palomitas.

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