Nikita Golubev rasca la roña hasta conseguir obras de arte. Haciendo así de la suciedad su lienzo. Este artista ruso pinta al óleo, pero se ha hecho famoso por otros cuadros menos convencionales, los que araña sobre los capós sucios de coches y camiones. La capa de polvo y suciedad que se acumula sobre los vehículos suele ser usada para dejar dibujos y mensajes. La gente escribe con los dedos frases tan profundas como «Tonto el que lo lea», «Guarro». A veces, si el artista callejero en cuestión se siente inspirado, también dibuja alguna silueta (obscena, en no pocas ocasiones)… No es el caso de Nikita.  

 

Sus intervenciones, o dirtypaintings, como él las llama, son auténticas piezas de arte. Son originales pero no únicas; algo similar hacía Scott Wade, a quien se conoce como el Da Vinci del polvo. Otros referentes de Nikita son los artistas callejeros. La estética y el mensaje lo emparentan con grandes del street art como Banksy. Pero su obra está lejos de estar tan cotizada. No ayuda el que sea tan efímera, pues los coches sucios más tarde que pronto siempre acaban pasando por un túnel de lavado. 

Los artistas callejeros están acostumbrados a que sus obras se borren o se vandalicen, es parte del juego. Pero cuando se las puede llevar el viento o una suave lluvia, la cosa toma otro cariz. Por eso Nikita fotografía sus obras, las graba en vídeos y las sube a las redes sociales. En Facebook cuenta con más de 15.000 seguidores. En Instagram, con 114.000. 

¿Cómo lo hace? 

Nikita suele trabajar sin más herramientas que unos guantes, aunque a veces utiliza enormes brochas de pintura. Tarda entre 30 y 45 minutos en realizar cada intervención, a veces más, pues hace bocetos sobre el papel antes de salir a la calle en busca de coches sucios. Lo hace al abrigo de la madrugada. 

Gracias a que trabaja muy temprano, lo habitual es que los propietarios de los vehículos sucios descubran la obra de arte urbano cuando ya está terminada. Aunque una vez le pillaron pintando un camión. La reacción del camionero fue más que positiva, le pidió que lo hiciera, pero esta vez con pintura. Él intuye que esa reacción es la normal, pues confiesa que muchos de los coches y camiones en los que interviene no son lavados en mucho tiempo. 

Nikita se gana la vida como ilustrador, pero decide regalar lo mejor de su obra a conductores no especialmente pulcros. Solo lo hace en Rusia, a pesar de viajar a menudo por Europa. No es por una cuestión nacionalista ni por descansar cuando va al extranjero. Nikita reconoce que no ha visto una porquería como la rusa en todo el mundo. Es la mejor roña para trabajar. La capa de polvo que se acumula allí en los coches es densa y tupida, lo que hace de esos vehículos sucios un auténtico lienzo en ‘blanco’. Él lo achaca a la contaminación y al anticongelante que se echa en las carreteras. El resultado es una capa de polvo viscoso, una molestia para aquel que tenga un vehículo. Pero una ventaja para quien quiera pintar sobre ella.

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