Usamos cookies y otras tecnologías propias y de terceros para hacer funcionar de manera correcta y segura nuestra página web. También las usamos para analizar la navegación de los usuarios y poder ajustar la publicidad a tus gustos y preferencias. Política de Cookies.
La evolución alteró los caminos de tierra por el asfalto. Gracias a ese cambio, acompañado por la innovación en los medios de transporte, se acortaron las distancias. El movimiento se hizo más veloz, pero conllevó la propagación de una superficie fabricada a base de una mezcla de derivados del petróleo. Este tipo de material procede de combustibles no renovables y su procesamiento repercute en la salud medioambiental, un asunto preocupante en momentos de crisis climática debida a nuestro papel en el cuidado del planeta.
Por eso, esto también está modificándose. Ya hay iniciativas que promueven la fabricación de unas carreteras más sostenibles. Como en otros sectores, la preocupación por el entorno llama a la descarbonización. Entre esas técnicas está la de utilizar plástico reciclado o una aún más novedosa: aprovechar los residuos de las canteras para convertirlos en pistas. En eso consiste el último proyecto de Cosentino, que acaba de ponerse a prueba en Andalucía.
Según adelantaban hace unas semanas desde la empresa, especialista en fabricar superficies para proyectos arquitectónicos, de esos yacimientos donde bombea la historia de la humanidad saldrán algunas carreteras del mapa nacional. Se conseguirá a partir de los residuos generados en el proceso de fabricación de las encimeras Silestone y las superficies Dekton.
“Vamos a llevar a su máximo potencial el concepto de circularidad”, afirmaba Valentín Tijeras, director de innovación de Cosentino, al diario Abc. Esta iniciativa, detallaban, está respaldada por el Innovation Fund de la Comisión Europea y supone un desembolso global de 80 millones de euros. Eso la convierte en una de las “inversiones estratégicas” de la compañía en los próximos años. Su objetivo, alcanzar la categoría de cero residuos.
Habría que explicar, antes de nada, en qué consiste el término Silestone. Es una superficie elaborada con distintos minerales y resinas, muy extendida para su uso en interiores, donde se ha reducido la cantidad de sílice y se han aprovechado materiales reciclados. “En el proceso de calibrado y pulido, para que tenga una planimetría perfecta, se le resta unos milímetros de grosor, que en millones de tablas anuales genera 200.000 toneladas de residuo en forma de lodo”, indicaba Tijeras con respecto a su nuevo uso. Según añadía, este material se filtra, pero posee un color y unas características que impiden su reutilización posterior sin un proceso previo de calcinación y depuración, con un gran coste energético.
Denominado como CT Quarry, la meta del proyecto es desarrollar una planta industrial pionera donde se integra el uso de combustibles renovables y energía eléctrica (al tiempo que recupera el calor del proceso) para revalorizar de forma sostenible más de 100.000 toneladas anuales de estos lodos industriales. “Una parte la utilizaremos nosotros y la otra se destinará a otras empresas que también pueden utilizar este material”, puntualizaba Tijeras, “con ello creamos un ecosistema para revalorizar un recurso que ya no tendrá que quedar almacenado en un vertedero”.
Cosentino espera revalorizar totalmente esas toneladas sobrantes del proceso de fabricación de Silestone. Un dato que viene precedido por otros intentos satisfactorios. La empresa ya probó la tecnología HibriQ, que usa productos reciclados y reduce al 40% el uso de cuarzo en Silestone. “Con CT Quarry crece el nivel de circularidad y se reduce el uso de sílice, elevando así la seguridad del producto”, analizaba el director de innovación de Cosentino, remarcando que en el complejo industrial de la localidad almeriense de Cantoria, se encuentra uno de los parques solares de autoconsumo solar más grandes de España (y donde recircula más del 90% del agua que utiliza en sus procesos).
“Al producir materias primas alternativas, el proyecto avanza en la resiliencia de la Unión Europea, su autonomía e independencia energética”, incidía Tijeras, en alusión a que la ayuda europea está sujeta al logro de unos objetivos, como la reducción en más de un 60% de las emisiones contaminantes. CT Quarry, además, dará una segunda vida a otros residuos de la compañía. Por ejemplo, a los ‘tejos’, esos recortes que se realizan en los tableros de Silestone cuando se adaptan al espacio que ocupan en una casa.
También se incluye una solución a los residuos generados en la fabricación de Dekton, una superficie que se fabrica con procesos de alta presión y temperatura. Actualmente, este tipo de residuos se guarda “de manera ordenada” en una gran cantera, dentro del perímetro del centro industrial de Cantoria. Con este proyecto, que se dirige desde un edificio con 11 laboratorios y 130 profesionales, se convertirá en un material útil.
“Promovemos un modelo escalable que puede contribuir a la descarbonización en industrias intensivas en recursos, desde el vidrio hasta la cerámica y otros materiales de construcción”, apuntaba Tijeras, añadiendo que, gracias a CT Quarry, se demuestra cómo “todo residuo es una potencial materia prima para un futuro desarrollo”.
Y lo probarán en una carretera de su provincia, Almería. La Junta de Andalucía ya ha anunciado el acuerdo para utilizarlo a lo largo de un tramo de 600 metros de la carretera A-1204, en Albox. Rocío Díaz, consejera de fomento de la Comunidad Autónoma, defendió este tipo de pavimento sostenible y abogó por la “innovación y la investigación” en asfaltos que “no solo sirvan para la mejora de nuestras carreteras, sino que también sean más respetuosos con el medio ambiente”. “Los lodos residuales que genera Cosentino se convierten en una oportunidad y un recurso para nuestras mezclas asfálticas”, destacó la responsable, dando un paso más en este cambio de paradigma a la hora de desplazarse.