Hace años que el polvo de caucho se emplea en la pavimentación de carreteras. El objetivo no es otro que el de conseguir vías más silenciosas, seguras, pero también más ecológicas.

Uno de los proyectos que se están llevando a cabo en este campo es el liderado por Ana María Rodríguez Alloza, investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid.

 

 

El trabajo de Rodríguez Alloza ha desembocado en la creación de un asfalto al que se ha colgado el adjetivo ‘ecológico’ por varias razones.

La propia investigadora explica así el que probablemente es el motivo que explica de forma más evidente la sostenibilidad del producto: “Al hacer uso de productos de desecho, estas mezclas asfálticas que contienen polvo de caucho procedente de neumáticos al final de su vida útil (NFVU) ahorran energía y recursos naturales”.

La reutilización de betún en polvo procedente de estos neumáticos en desuso permite dar salida a un material del que solo en España se generan al año más 300.000 toneladas de residuos. 

 

“Al hacer uso de productos de desecho, estas mezclas asfálticas que contienen polvo de caucho procedente de neumáticos al final de su vida útil ahorran energía y recursos naturales”

“Por otro lado, con la incorporación de ceras orgánicas, es posible reducir la viscosidad del ligante y, en consecuencia, disminuir la temperatura de fabricación en la planta asfáltica, el consumo de energía y sus correspondientes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)”, añade Rodríguez Alloza.

La investigadora incluye entre sus ventajas otra no menos importante que está relacionada con la salud de los trabajadores encargados de realizar las labores de asfaltado: “Esta nueva solución tecnológica también supone una mejora desde el punto de vista de la prevención de riesgos laborales, ya que se reducen los aerosoles/vapores e hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAH) a los cuales se exponen los operarios. Además también se reduce el estrés térmico al que se ven sometidos”.

 

 

Asimismo, el empleo de temperaturas más bajas en su fabricación permite también mayores distancias de transporte y un menor envejecimiento del ligante. En general, añade la investigadora, además de estar en consonancia con los objetivos de economía circular, este tipo de mezclas asfálticas proporcionan un buen comportamiento mecánico y durabilidad de las mezclas. 

Para Rodríguez Alloza, dichas mezclas resultan especialmente indicadas para carreteras que transcurren en países con climas cálidos, como el de España. El motivo: “las deformaciones plásticas denominadas roderas (las huellas que se producen por donde ruedan los neumáticos sobre el pavimento) suelen estar asociadas a temperaturas relativamente altas. Con esta nueva solución tecnológica, la resistencia a las roderas se ve muy mejorada respecto a una mezcla convencional”.

 

 

De momento, según la investigadora, son varias las empresas interesadas en el empleo de esta tecnología económicamente competitiva y cuyo uso puede llegar a ser más rentable, en comparación con las mezclas convencionales. Es posible, pues, que en un futuro no muy lejano nuestros vehículos transiten por carreteras mucho más sostenibles. 

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