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No todo pasa por los coches eléctricos, el hidrógeno o los biocombustibles. Existe la posibilidad de que los vehículos con motores diésel se hagan menos contaminantes. ¿Seguro? Sí, según un estudio realizado en Estados Unidos.
El futuro exige urgentemente una mayor sostenibilidad y se barajan alternativas para que la industria del motor no descarrile en materia medioambiental. En el Instituto Tecnológico de Illinois (Chicago), el equipo de la investigadora y profesora de ingeniería mecánica y aeroespacial Carrie Hall subraya que, con una sencilla actualización del software del automóvil, se lograrían combustibles más halagüeños para nuestro planeta. Una buena noticia, sin duda.
Ventajas de la transición ecológica al volante
«La única forma para mejorar la calidad del medio ambiente es involucrar a todo el mundo», decía el gran arquitecto Richard Rogers. Lo recuerda el CEO de la empresa AAPPMobility, Agustín Martín, que recalca varias ventajas de la transición ecológica al volante: «En primer lugar, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2 o dióxido de carbono. La descarbonización ayuda a reducir estas emisiones, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático y a la mitigación de sus efectos».
Cabe recordar que el transporte por carretera supone más del 20% de las emisiones globales de CO2 y en torno a un 17% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Además, arguye el especialista, «esta apuesta mejoraría la calidad del aire. Se reducen contaminantes atmosféricos perjudiciales para la salud. También se disminuye la dependencia de los combustibles fósiles, que son recursos finitos y, a menudo, importados», un hecho que —a tenor de la preocupación evidente al llenar el depósito— amainaría la volatilidad de los precios del petróleo y aumentaría la seguridad energética.
El CEO de AAPPMobility destaca, además, el ahorro de costes a largo plazo porque, «aunque la inversión inicial en vehículos eléctricos o infraestructura de transportes sostenibles puede resultar mayor, estos sistemas tienden a ser más económicos de operar y mantener». Y todas estas acciones, cómo no, redundan en la innovación tecnológica y la promoción de la industria automotriz, creando empleos y crecimiento económico —apostilla Agustín Martín— «en sectores como la fabricación de vehículos eléctricos, la energía renovable y la construcción de infraestructura de carga». Por no hablar de los avances en cuanto a la movilidad urbana, otro motivo fehaciente de la felicidad en las ciudades.
Y este esfuerzo conjunto, zanja, «contribuye a un futuro más sostenible y a la preservación del medio ambiente para las generaciones venideras». Conclusión: sí, toca cambiar ya de marcha y pisar el acelerador.
Por un automóvil diésel más sostenible
Vayamos al punto de partida. ¿Cómo reaprovechar los motores de los coches diésel según el mencionado estudio del Instituto Tecnológico de Illinois? Los expertos aseguran que, al margen del gasóleo, se podrían alimentar con otros combustibles más ecológicos. He aquí los biocombustibles. Y se haría —tras las pruebas exhaustivas desarrolladas— con una actualización sencilla y barata del software del automóvil, sin necesidad de trastocar el hardware y requerir costes adicionales para el usuario. Ahora bien, se trata de una solución que se aplicaría en coches modernos que permiten esta intervención. Pero todo suma, y este informe ha despertado gran expectación alrededor del mundo. «Lo que estamos haciendo tiene como objetivo conseguir vehículos más limpios y eficientes», ha afirmado la investigadora Carrie Hall al respecto.
Teniendo en cuenta que un motor diésel se activa por la compresión con el combustible en el interior de los cilindros, que esto produce una explosión y así se genera el movimiento del coche, nutrirlo y avivarlo con diferentes combustibles se antoja complicado. La eclosión se volvería indomable, acaso impredecible, con tendencia a que los cilindros pierdan la sincronización, como una melodía fuera de sitio. Y ahí brilla la sonada idea del Instituto Tecnológico de Illinois. Mediante sistemas de inteligencia artificial y redes neuronales, se utilizan los sensores de los automóviles para saber en tiempo real lo que ocurre dentro del motor diésel. Entonces, se favorece el cálculo preciso, el instante de la combustión y, gracias al software, se pueden variar los parámetros y ajustarlos a los combustibles oportunos que brindarían, en definitiva, una solución más sostenible. Incluso en aviones o camiones, añaden. Un diagnóstico tecnológico que abre una puerta interesante ante el futuro del sector y los compromisos de las cumbres del clima de Naciones Unidas. Otra señal de que no todo está escrito: solo la premura de buscar alternativas y opciones desde la industria por y para un horizonte más verde.