“Comprendo que en tu trabajo dependas del teléfono móvil. Pero tenemos que aprender a decir: llámame en 10 minutos. Te da tiempo a encontrar un sitio seguro, detenerte y apuntar lo que tengas que apuntar”. El agente de los Mossos d’Esquadra Xavier Álvarez replica de esta manera a uno de los nueve chóferes de camión que esta mañana de sábado han acudido a la sala de formaciones de la empresa de transportes para la que trabajan. Hoy toca charla con la policía. Dos horitas. Cara a cara. Sin los agobios de la carretera y rompiendo la distancia habitual que separa a un agente de circulación con un profesional del transporte por carretera.

Tanto Xavier como su compañero, Joan López, hablan de manera clara y directa. Sin rodeos. Pero dejando que el transportista también diga su opinión y evitando convertir la sesión en un monólogo policial. Tanto Xavier como  Joan  están en esta charla para refrescar conceptos olvidados —o demasiado escondidos en algún rincón de la cabeza— y no para machacar a los chóferes con normativa y reglamentación. Primero, porque los transportistas ya conocen de sobra cuáles son esas obligaciones; y segundo, porque adoptar una actitud paternalista no funciona como método para intentar reducir el número de accidentes en carretera. “Lo que intentamos es ir al tema personal, la autoconcienciación”, comenta Xavier. “Aprovechamos el colectivo para llegar al individuo, a su coche, a su día a día, y no solo a su faceta como profesional”.

Desde 1998, la división de tráfico de la policía catalana ha ido aumentando paulatinamente las sesiones de formación para colectivos. El acceso a colegios, institutos y empresas en general es relativamente sencillo: basta preguntar, concertar día y hora y listo. Alumnos y trabajadores están habitualmente en el edificio. En el caso de las empresas de transporte —con las que trabajan desde 2009 como objetivo prioritario— la cosa se complica un poco. Estos trabajadores no pisan mucho las oficinas y, en ocasiones, los propios empresarios son reticentes a bajarles del camión y meterles dos horas en una habitación sin producir. Si anualmente los mossos realizan una media de 500 formaciones en todos los ámbitos, solo 50 son exclusivas para empresas de transporte. Pese a todo, parece que el aumento de la concienciación social de los riesgos en la carretera ha hecho que en los últimos años sea más sencillo impartir las charlas a profesionales del camión o el autocar. La mayor importancia que han adquirido los departamentos de riesgos laborales también ha fomentado que las empresas apuesten más por este tipo de formaciones.

 

Policías y chóferes, cara a cara

Como la rana y el escorpión —o la gasolina y el mechero, tanto da— la mezcla policías-chóferes no parece, a priori, una combinación apacible. La propia policía de tráfico reconoce que, en ocasiones, las charlas arrancan con ciertas caras de recelo entre los transportistas. “Cuando llegan y te ven allí, dos agentes de uniforme, la primera impresión, a veces, no es muy buena. Puede que incluso les hayamos denunciado alguna vez en la carretera”, asegura Vanessa Bohé, cabo del área central de circulación y normativa de la división de tráfico de la policía catalana. Sin embargo, su punto de vista mejora a medida que avanza el curso. “Como nuestro objetivo con estas formaciones no es criminalizarlos o buscar la sanción, su percepción cambia. Intentamos que se cree una proximidad, que nos cuenten sus experiencias al volante, que nos expliquen cómo lo viven ellos, que participen. Jamás me he encontrado con nadie que al final me haya dicho algo negativo”.

El ambiente necesita engrase durante los primeros minutos. Cejas arqueadas. La cara de algún chófer es de: “a ver qué me vienen a explicar estos”. Pero no menos cierto es que en cuanto las dinámicas de grupo rompen el hielo, todo fluye de manera natural, se diluye la línea que trazan los uniformes, desaparecen los sancionadores y sancionados y arranca la charla verdaderamente útil: ¿qué ocurre cuando perdemos la noción de que estamos conduciendo?, ¿qué riesgos suponen la fatiga y la distracción al volante? En opinión de la cabo, pocos colectivos conocen mejor que los transportistas cuáles son los factores de riesgo en la carretera. Son los primeros en describirlos. No hay duda sobre su conocimiento. “Hacen miles de kilómetros al año, ¿qué les vas a enseñar sobre conducción?”, se pregunta Bohé. “Lo que pasa es que, muchas veces, el hecho de conocer el factor de riesgo no evita que cometamos errores. Te acostumbras a hacer un trayecto determinado, por ejemplo, y dejas de prestar atención a determinados estímulos”.

 

“Cuando llegan y te ven allí, dos agentes de uniforme, la primera impresión, a veces, no es muy buena. Puede que incluso les hayamos denunciado alguna vez en la carretera”

 

Y ahí, precisamente —a la relajación, la confianza, la rutina— es donde hacen hincapié los policías. “No les descubrimos nada nuevo, simplemente les damos ciertos consejos que creemos que son buenos para que mantengan la atención. No venimos a explicar normativa técnica, sino a recordarles cosas que habían olvidado o que dejaban de hacer por culpa de la costumbre”. El agente Joan López recalca la misma idea: “Nosotros siempre decimos que enseñar, no enseñamos nada. Lo que hacemos es intentar que ellos se den cuenta de la importancia de asumir que el tiempo de conducción solo debe dedicarse a conducir. A nada más”.

Obviamente, cuando se abre la posibilidad al debate surgen los encontronazos. Choques inevitables de opiniones con los que los agentes que imparten las clases ya cuentan. “Puede darse que, en un momento determinado de la charla, el transportista te diga: es que vosotros hacéis esto o lo otro. Y puede que no nos pongamos de acuerdo. Claro. Pero el objetivo último es reducir los accidentes de tráfico, que nuestra movilidad sea lo más segura posible e intentar que haya menos víctimas. En estos campos no tenemos discrepancias”, asegura la cabo. De igual forma, la participación de los profesionales ha hecho que, con el tiempo, el propio diseño de las sesiones haya ido cambiando, mejorando. “Te explican situaciones que tú nunca habías tenido en cuenta. Las incorporas y te sirven para dar consejos a otros. Y se lo decimos: esto me lo ha contado un compañero tuyo. Porque si solo nos basáramos en la idea de ‘yo soy el policía y te digo cómo tienes que hacerlo’, no lograríamos que ellos recibieran el mensaje”

A partir de la participación, de los ejemplos prácticos, de vídeos y fotografías, los agentes pretenden que los conductores se conciencien y adopten ciertas conductas que, a la postre, serán más importantes que únicamente un buen conocimiento de la norma. Y ojo: no solo concienciación cuando están en horario laboral. Uno de los objetivos claves que tienen estas sesiones es, precisamente, que los riesgos al volante no desaparecen cuando uno aparca el camión o el autocar. “Usamos la formación también para recordar cómo han de actuar en su vida cotidiana, cuando se suben al coche con su pareja, con su mujer, con sus hijos. Alguno te puede decir: a mí me quedan dos años y luego ya me jubilo, dejo el camión. Y tú le dices: ¿y el coche?, ¿también lo dejas? ¿Y como peatón? Ahí vamos. Damos consejos de forma más global”.

Si solo nos basáramos en la idea de ‘yo soy el policía y te digo cómo tienes que hacerlo’ no lograríamos que ellos recibieran el mensaje.

Nuevos tiempos, mayor concienciación

Para llevar a cabo los cursos de formación, el único requerimiento que piden los agentes a las empresas —además de un espacio donde impartir la charla— es la disponibilidad de los chóferes de, al menos, dos horas. El tiempo mínimo para que las dinámicas de grupo funcionen. Lo habitual es centrarse en el tema de la fatiga y la distracción al volante, pero las charlas pueden adaptarse en función de las demandas directas de los propios empresarios (si ha habido casos de alcoholemia o consumo de drogas entre la plantilla, por ejemplo) o bien de la propia actividad de la empresa (el tipo de ruta que efectúan los vehículos).

En el caso de la circulación por autopista, por ejemplo, los cursos hacen hincapié en cómo afrontar la monotonía y el cansancio derivado. “Cuando un conductor pasa veinte veces a la semana por un mismo tramo de la AP-7, por ejemplo, acaba adoptando unas conductas automáticas en la conducción que le hace dejar de prestar atención a determinados estímulos”, explica Bohé. “Nuestro objetivo es intentar darles determinados consejos, pautas y soluciones para no caer en esa fatiga”. Otro de los riesgos que presenta el trabajo en vías rápidas y que el profesional del transporte más recalca en las formaciones es la actitud de los conductores de vehículos utilitarios. Explican, por ejemplo, que pese a mantener una distancia de seguridad correcta con el vehículo que les precede, es habitual que lleguen dos turismos y se metan en medio, reduciendo drásticamente esa distancia de seguridad. Otro ejemplo: turismos que circulan constantemente por el carril central y que, sin darse cuenta, están impidiendo que un vehículo pesado pueda adelantar a otro (un camión no puede circular por el tercer carril). “Lo explican mucho, y por eso, precisamente, lo hemos incorporado a las formaciones de utilitarios”.

Cada vez se adoptan conductas más seguras al volante. Se han reducido tanto las muertes como los heridos graves y ya empezamos a conducir conociendo los riesgos a los que nos exponemos.

Profesionales, particulares en su coche, motoristas, ciclistas, incluso peatones… el objetivo de las charlas de la policía, sea cual sea el colectivo al que se dirijan, es que todos seamos más conscientes de los riesgos que implica la circulación. ¿Y funciona? Según la policía catalana, después de años de trabajo, el resultado está siendo positivo. Hoy conducimos mejor y con mayor consciencia de los peligros. El cambio de actitud es global, no solo entre los profesionales. “Cada vez se adoptan conductas más seguras al volante. Se han reducido tanto las muertes como los heridos graves y ya empezamos a conducir conociendo los riesgos a los que nos exponemos. Hoy, por ejemplo, la gente te dice que se pone el cinturón de seguridad por si sufre un accidente, mientras que antes te decían que lo usaban para evitar la multa. Ha habido un cambio de mentalidad”.

Escribe y fotografía: Daniel Martorell

 

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