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Nunca está de más subrayar la importancia de la seguridad vial. Y más si nos encontramos en plena celebración de la Semana Europea de la Movilidad, que va del 16 al 22 de septiembre. Al igual que en años anteriores, la presente edición plantea a la ciudadanía diversas actividades y propuestas —¡casi 500 en 40 países por todo el planeta!— para promocionar las buenas prácticas e impulsar la sostenibilidad en este ámbito. Dentro de estas celebraciones se encuentra la del Día sin coches para reforzar patrones de conducta menos contaminantes a la hora de desplazarnos por doquier. Y que no se dependa tanto del automóvil particular: no en vano el lema global sigue siendo «¡Combina y muévete!».
Esta iniciativa —surgida en Europa en 1999— cuenta desde el 2000 con el apoyo de la Comisión Europea y, en efecto, apuesta por el uso de un transporte cada vez más eficiente y respetuoso con el medio ambiente. Valores que deben inculcarse ininterrumpidamente a toda la población, en todas las franjas de edad y, por supuesto, desde la escuela, donde se forjan los peatones del presente y los conductores o conductoras del futuro.
Por una vuelta al cole sobre ruedas
Valga la licencia, se dice que algo va sobre ruedas cuando las cosas salen bien. Y en estas fechas de regreso a las aulas tras las vacaciones de verano —tanto en el denominado Viejo Continente o en naciones como Estados Unidos—, los colegios suelen apelar al compromiso firme de las familias para reducir los sobresaltos en los entornos escolares ante el aumento del tránsito cotidiano en los espacios públicos. En este sentido, hasta las acciones más modestas de responsabilidad individual y colectiva favorecen la convivencia, amainan la siniestralidad y —aquí y ahora— protegen a los niños y niñas en su día a día.
Como rezaba un célebre axioma, toca ensalzar aquello de “Piensa global, actúa local”. Por ejemplo, la Policía de Las Rozas, en Madrid, ha emitido un comunicado con motivo del inicio del año académico en el que apuntan claves aparentemente básicas que facilitan la vida —incluso pueden salvárnosla— al conjunto de la población. Entre ellas, se incluyen pautas de comportamiento tan sencillas como “no estacionar en doble fila” o “respetar las plazas para las personas con movilidad reducida”.
¿Y cómo evitar las aglomeraciones en los accesos a los centros? Basta con aparcar un poco más lejos para que las entradas y salidas del alumnado sean más ágiles y seguras. Asimismo, y si se recalca por parte de los agentes es porque no siempre se cumple, hay que acostumbrar a nuestros hijos e hijas a llevar bien colocado el cinturón; y, cuando se llega a buen puerto, se recomienda bajar del vehículo por la puerta que da a la acera. Por otra parte —y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra—, se exige que las familias crucen por los lugares indicados y sean un modelo de civismo para las generaciones venideras. Porque ya se sabe: no pasa nada hasta que sucede.
He aquí algunas sugerencias —remitidas desde un municipio madrileño— que, realmente, sirven para crear hábitos positivos y potenciar la seguridad vial —desde la mismísima infancia— en cualquier país del mundo. Son deberes —con permiso por el juego de palabras— para entregar durante todo el curso. Una asignatura transversal para que las calificaciones en esta materia vayan sobre ruedas.
Esto no es un examen sorpresa
¿Quién no recuerda los exámenes sorpresa? Quizá con motivo de la Semana Europea de la Movilidad y la paulatina vuelta al cole se presenta una gran ocasión para refrescar o enseñar pautas de seguridad vial a las próximas generaciones. Y que nadie nos pille en un renuncio sin sabernos la lección.
Desde luego, se antoja crucial que los padres y madres, como apuntan desde la Dirección General de Tráfico, transmitan “valores, actitudes y normas”. Nociones que ayudarán a la cantera de la sociedad a conocer los códigos de circulación cuando utilicen las vías públicas como peatones, al volante de un coche, cual copilotos o manejando bicicletas, motos y patines. La trascendencia de respetar las señales de tráfico y tener conciencia de todo lo que rodea a la conducción se plasma, precisamente, en el tema elegido por la Comisión Europea para la campaña de este 2024: “Espacio Público Compartido”.
Porque el lugar “donde las personas, las modalidades de transporte y las actividades tienen su propio espacio es un espacio con más equidad social, más seguridad vial, menos ruido y contaminación del aire y una mejor calidad de vida”, como subrayan desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico español. Beneficios que se explican ya desde la comunidad educativa —donde se organizan charlas y actividades ad hoc— y que, sin escapatoria, nos atañen e implican de alguna manera a todos y todas. Y sí, ojalá las notas de este examen —un trabajo en equipo— estén a la altura de las circunstancias.