La señalética refleja el mundo que la rodea. Plasma en blanco sobre negro lo que sucede y lo que debería suceder. Esto hace que muchos sesgos culturales y sociales se trasladen a las señales, y que estos sean, en su esquematismo, mucho más evidentes. La Fiscalía General española ha decidido investigar si las señales de tráfico son machistas. 

 

En su Memoria Anual de 2019, el organismo indica que, por lo general, las señales “representan a un hombre como peatón o como conductor”. La  mujer aparece mucho menos en las señales, y cuando lo hace, señala el informe, es en clara subordinación a la guía de una figura masculina. El texto cita dos ejemplos concretos: la placa en la que la mujer “sigue a un hombre senderista” y aquella que advierte de la cercanía de un colegio en la que el niño “lleva de la mano a la niña”.

Esta situación ya había sido señalada por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que en su Manual práctico para una señalización urbana igualitaria denuncia cómo las vías urbanas están llenas de señales que representan al hombre como peatón, conductor o usuario de edificios. Las mujeres, señala el texto, “aparecen con frecuencia (a veces en exclusividad) en la señalización referida a espacios donde se realizan las actividades ‘privadas’ o relacionadas con el ámbito de lo doméstico/del cuidado”. 

 

Es pronto para saber si estas denuncias se trasladarán del papel a las señales. Pero los antecedentes mundiales parecen indicar que así será. En 2014 el Ayuntamiento de Dortmund, en Alemania, convirtió en mujeres a la mitad de sus icónicos Ampelmann de los semáforos. Madrid hizo lo mismo en 2017, incluyendo también parejas hetero y homosexuales. Ese mismo año varias ciudades de Australia se sumaron al movimiento. 

En la actualidad es el Ayuntamiento de Ginebra, en Suiza, el que está incluyendo mujeres en su señalética, apostando también por reflejar rasgos minoritarios: hay una mujer embarazada, otra con un bastón, una con el pelo afro y dos mujeres cogidas de la mano. “La omnipresencia de las representaciones masculinas estereotipadas en el espacio público, especialmente a través de las señales de tráfico, refuerza la idea de que algunas personas, en particular las mujeres, pero también las minorías, son menos miembros de la comunidad que otras”, declaró Sandrine Salerno, la alcaldesa de la ciudad.

 

¿Es necesario una señalética inclusiva? ¿Por qué es importante que todo el mundo se sienta representado en ella? ¿Hasta qué punto se deben representar rasgos minoritarios en unos diseños pensados para ser esquemáticos y representar a todo el mundo? Este nuevo movimiento plantea dudas que van más allá de la seguridad y enlazan con problemáticas sociales y políticas. Parece que la señalética pública se encuentra en medio de un proceso de cambio. Para entender esta tendencia e intuir hacia dónde se dirige quizá sea aconsejable echar un vistazo a lo que ha pasado en la empresa privada. 

Las empresas se deben a sus clientes. Y, conscientes del cambio social que ha supuesto el feminismo en todo el mundo, han sido las primeras en reaccionar. Uno de los ejemplos más patentes de este cambio se vio en las redes sociales en 2016, cuando un padre español señaló a una famosa tienda de muebles por su cartelería, en la que solo las mujeres aparecían en la señal del intercambiador de bebés. “Hola, ¿puedo entrar a cambiar a mi hija? O eso es cosa de mujeres? Gracias”, escribió el afectado. La empresa tomó cartas en el asunto y contestó inmediatamente en Twitter. Dos meses después ya habían cambiado las señales.

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