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Hace un par de años, una noticia sobre accesibilidad ocurrida en Benahavís (Málaga) puso en alerta a las personas que necesitan una silla de ruedas para moverse. Una mujer fue multada con 500 euros por circular por la calzada en sentido contrario con una silla de ruedas tipo scooter. El hecho puso de manifiesto el desconocimiento de la normativa de tráfico aplicable a las personas con movilidad reducida: ¿deben circular siempre por la acera? En el caso de que puedan circular por la calzada, ¿cuándo y en qué condiciones?
Una persona en silla de ruedas (manual o eléctrica) es un peatón y está obligada a transitar por zona peatonal, es decir, por las aceras, salvo que estas no existan o no sean practicables, según el artículo 121 del Reglamento General de Circulación. Ahora bien, el reglamento recoge una particularidad: una persona en silla de ruedas podrá circular por el arcén o por la calzada –si el arcén no existe o no es transitable– aun cuando haya zona peatonal, siempre que adopte las debidas precauciones. Deberá hacerlo por la derecha, con prudencia, sin entorpecer innecesariamente la circulación y aproximándose cuanto sea posible al borde exterior.
Las asociaciones denuncian que si se cumplieran los criterios de accesibilidad universal y las aceras no fueran a menudo barreras infranqueables, no sería necesario que las personas con silla de ruedas circularan por la calzada o el arcén. Sin embargo, encuentran a diario pasos de peatones mal diseñados o sin rebajes, aceras que no cumplen el mínimo de 1,20 metros de ancho, rampas con pendientes muy pronunciadas o escalones sin alternativas. A veces el obstáculo tiene origen en la falta de sensibilidad o el desconocimiento sobre accesibilidad: un coche aparcado en un rebaje o sobre la acera o una maceta mal colocada son trampas insalvables para alguien en silla de ruedas, que tendrá que salir a la calzada para continuar su camino.
Enrique Moreta, portavoz de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), explica que es necesario acometer mejoras en accesibilidad para que nadie se vea obligado a «poner en riesgo su vida para recorrer su municipio». Estas mejoras pasan por aceras accesibles para todos a las que no se añadan obstáculos. Según Moreta, «la realidad evidencia que aún hay una presencia generalizada de barreras en las ciudades y sobre todo en el ámbito rural», por lo que estas personas se ven forzadas en ocasiones a circular por la calzada.
Con todo, hay avances que ahora deben materializarse. Desde el pasado 4 de diciembre, todos los productos, entornos, bienes y servicios deberían ser accesibles. También ha habido logros en el ámbito judicial: un juez de Málaga dio la razón a la mujer de Benahavís y anuló la multa porque la acera era, en efecto, demasiado estrecha y la mujer tendría que haber recorrido 400 metros para acceder al sentido de la circulación.