De la mano de Fundación Abertis, Sebas Lorente imparte charlas de seguridad vial para concienciar a los estudiantes de las consecuencias que puede acarrear una mala decisión al volante.

La vida de Sebas Lorente cambió en un instante. Tenía 20 años y se fue de marcha por Barcelona con un amigo. Aquella apuntaba a ser una gran noche, como la de la canción de Raphael, pero una mala decisión lo impidió. De haberse quedado a dormir en Barcelona en lugar de volver a Sitges, donde residía, tal y como pensó en un principio, hubiera sido una velada perfecta. Pero finalmente eligió la opción B: volver en coche con su amigo de madrugada y tras haber bebido. Y entonces pasó. El coche en el que viajaba se salió de la carretera. Cuando se produjo el accidente, él iba a dormido en el asiento de atrás. Pero nunca olvidará aquel despertar. Fue el chirrido de los neumáticos tratando de aferrarse al asfalto lo que le sacó del letargo. Y en apenas unos segundos, por su cabeza pasaron todo tipo de elucubraciones; se acordó de sus padres, se preguntó cómo sería morir, hasta vislumbró la posibilidad de que el coche acabara en el mar con su amigo y él dentro… Aunque todos esos pensamientos se esfumaron con el estruendo del impacto. 

Ya en el hospital no tardaría mucho tiempo en saber que aquella experiencia le privaría de la posibilidad de andar para siempre. Pero lejos de considerarlo una tragedia, algo que le marcaría de por vida de forma dramática, Sebas lo afrontó de otra manera.

«En ningún momento pensé que tenía que superar algo, que debía ser fuerte, que debía olvidarme de todo lo que se había terminado para mí o que debía centrarme en lo que me quedaba por delante. Lo que quiero decir es que no hubo ningún proceso de “preparación” para mi reacción. No, mi reacción fue absolutamente natural y espontánea, y lo único que hice fue continuar adelante con mi vida. Seguía teniendo a mi familia y a mis amigos; estaba vivo, no había sufrido daño cerebral alguno, conservaba la vista, el oído, el olfato, el gusto y únicamente me había perjudicado parcialmente el sentido del tacto; tenía total movilidad de cintura para arriba ¡Y tenía veinte años y toda una vida por delante!».

Con estas frases extraídas de 8 días levantándome de #BuenHumor, el libro que escribiría años más tarde, Sebas Lorente resume la que es su filosofía de vida. Una forma de entender nuestro paso por este mundo que consiste en dar gracias a lo que tenemos, en lugar de estar quejándonos continuamente por lo que está fuera de nuestro alcance. 

Sebas asegura que esa visión le ha ayudado a afrontar los retos que, como cualquier otra persona, se va encontrando en su día a día. Tanto en el ámbito laboral como en el personal. De ahí que hace unos años decidiera dejar su carrera de abogado para dedicarse en cuerpo y alma a impartir conferencias con las que trata de «comunicar y transmitir a otros mi manera de entender la vida y todolo que a mí me ha ayudado  a mejorar como persona o, cuando menos, a intentarlo» como él mismo explica. Aunque Sebas prefiere evitar el adjetivo “motivacional” a la hora de definir a las charlas que imparte en empresas y encuentros profesionales: «Yo no motivo a nadie. Yo solo cuento mi experiencia y abro la puerta a la reflexión que cada uno pueda o quiera hacer».

Tiempo después de estrenarse en estas lides, comenzó su colaboración con Fundación Abertis. «A través de un muy buen amigo conocí al director de la Fundación, quien desde el principio tuvo muy claro que mi historia podía ayudar a concienciar a otras personas, especialmente a los jóvenes». Aquel primer encuentro fraguó finalmente en el programa de conferencias #TenemosQueRepetir, que Sebas Lorente imparte de forma gratuita en colegios e institutos desde 2018 y de la mano de Fundación Abertis. «Al principio las dirigimos únicamente a estudiantes de 2º de Bachillerato, de entre  17 y 18 años, porque en esa edad empiezan a vivir la noche, moviéndose en ambientes donde el alcohol y las drogas son muy accesibles. Más tarde ampliamos también a un público universitario.

Solo durante el primer año, Sebas visitó 15 centros de estudios Barcelona. El boca a oreja consiguió que la cifra de colegios y alumnos se fueran ampliando. Y que la totalidad  de los centros repitieran en cursos siguientes, llegando, en algunos de los casos, a incorporar la conferencia como temario de las tutorías. Actualmente, visito más de 100 colegios de toda España cada curso.

El feedback que recibe tras las charlas aún le sigue impresionando. Aunque no es el único: «Los profesores suelen quedarse pasmados porque las sesiones duran una hora y media y no pueden creerse que durante todo aquel tiempo los chavales permanezcan tan atentos. Los mensajes que luego me transmiten los alumnos directamente me siguen poniendo  la piel de gallina. Me dan las gracias y me dicen, “vale la pena lo que estás haciendo”». 

El barcelonés cree saber el porqué de la buena acogida de sus charlas: «Les hablo en su mismo idioma. No se tratan de speechs aleccionadores, que es lo que esperan, sino que les cuento mi experiencia, lo que me ocurrió aquella noche en la que yo tenía más o menos su edad. Una noche parecida a la que ellos han tenido el fin de semana anterior o van a tener el fin de semana siguiente. Y les explico lo que hay, es decir, las consecuencias que puede traer tomar una mala decisión como la que tomé yo. Y a partir de ahí, que ellos decidan».

«Siempre les digo -añade- que la charla no va de alcohol ni de drogas. Va de lo que yo no tuve en ese momento: personalidad. Y las nuevas generaciones van sobradas de personalidad. Y como sé que la tienen, les digo que la saquen cuando es el momento».

Sebas Lorente cree que a la hora de prevenir accidentes todo suma. Las campañas de tráfico, iniciativas como la suya, o incluso las multas, sirven para concienciar. «Charlas como las mías tienen, además, un efecto a medio y largo plazo porque si logras concienciar a chavales de estas edades, consigues que lo sigan estando en un futuro, cuando sean adultos». 

Todo sea porque las buenas decisiones permitan el que se cumpla muchas veces la frase que da título a estas conferencias: #Tenemosquerepetir. «Hace referencia a noches como la que casi llegué a tener yo aquel día. De esas que por las mañanas te acuerdas y cuando hablas con los colegas con los que la has compartido os decís: lo “Tenemos que repetir”». 

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