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Un vehículo que entienda a los pasajeros que transporta. Que sepa si sienten miedo o se encuentran mal; o si están relajados. O enfadados. O alegres. Que sea capaz de medir su grado de concentración o de estrés. Suena a ciencia ficción, pero está camino de hacerse realidad.
El Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) está trabajando en un sistema que comprende e interpreta las emociones humanas para conseguir un coche autónomo más empático y seguro. Lo hace a través del proyecto SUaaVE –Supporting acceptance of automated Vehicle-, en el que colaboran nueve entidades europeas, financiado por el programa europeo Horizon 2020.
Los vehículos autónomos que se están probando en la actualidad tienen un nivel 2 y 3 de autonomía. Es decir, conducen solos, pero pueden reclamar nuestra atención en ciertas circunstancias para que el ser humano tome el control. “El nivel 4 o 5, que es de lo que va el proyecto que hemos hecho nosotros, son vehículos con autonomía completa”, explica José Solaz, director de innovación en Automoción y Movilidad del IBV. “Nosotros, lo que estamos intentando hacer es establecer las bases para saber cómo deberían portarse esos vehículos futuros”.
Un vehículo empático es el que no solo mira hacia fuera, sino también hacia dentro, a los ocupantes. Cuando hablamos de vehículos autónomos, siempre lo hacemos pensando en su eficiencia, en la ruta que pueden recorrer, etc., pero normalmente olvidamos que transportan personas. “Y la gente no es mercancía. Es sensible a las aceleraciones, a las curvas… Eso es el vehículo empático, uno que piensa en los ocupantes”, describe Solaz.
CÓMO FUNCIONA
Ayudándose de la inteligencia artificial combinada con la estadística clásica, los investigadores del IBV están diseñando un modelo que permitirá al vehículo adaptar su conducción en función de sus ocupantes.
“Está funcionando con una tecnología no totalmente desarrollada”, aclara José Solaz, y explica: “Mira el interior del vehículo a través de cámaras, radares y otros sensores. (Hoy, en el prototipo, algunos sensores todavía llevan cables, pero en el futuro no los llevarán). Lo que capta el vehículo de ti son una serie de parámetros como dónde estás mirando, si mueves la cara de cierta manera o bostezas; obtiene información del entrecejo, de los músculos de alrededor de la boca, el ritmo cardiaco, la sudoración de la piel y el ritmo respiratorio. Todo esto da información sobre el estado de ánimo de los ocupantes. Hay un modelo matemático detrás que relaciona todos estos gestos físicos con la emoción. Nosotros hemos recopilado y adaptado al entorno una ciencia de base que ya existe”.
Y continúa: “Lo que hemos hecho es que este vehículo sea capaz de deducir cuál es tu estado emocional ante ciertas circunstancias que estamos provocando a través de un simulador de conducción bastante realista que te pone en situaciones de potencial riesgo y otras de tranquilidad. Por otro lado, hemos desarrollado una serie de algoritmos que cambian el funcionamiento del vehículo (no nosotros, sino el resto de socios; es un proyecto consorciado). Esos socios están desarrollando un sistema de información a bordo que da diferente tipo de información en función de tu estado de ánimo. Cada uno de los socios lo que hemos hecho es desarrollar una serie de componentes de ese sistema. Todavía no es un coche real porque el nivel 4 no existe, pero sí estamos desarrollando las piezas que va a llevar”.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE QUE UN VEHÍCULO AUTÓNOMO SEA EMPÁTICO?
Para entender la importancia del sistema que está desarrollando el IBV hay que volver a poner la mirada en las ventajas que supondrá un vehículo autónomo en circulación.
Para el director de innovación en Automoción y Movilidad del IBV, se trata de “una herramienta maravillosa” que ayudará a reducir drásticamente los accidentes, que eliminarán los problemas de fatiga, somnolencia y conducción nocturna que presentan hoy los conductores y que va a mejorar y flexibilizar el transporte de pasajeros (de todo tipo de pasajeros) al ser vehículos compartidos. Complementarán al transporte público en rutas donde este no está presente.
“Es importante que el vehículo sepa lo que siente el pasajero justamente por eso, por la diversidad de gente que va a entrar en ese tipo de vehículo”, remarca José Solaz. Y el sistema que están desarrollando contribuirá a reforzar y aumentar la confianza que las personas depositemos en los vehículos autónomos, que nos sintamos seguros en ellos. Así, ese vehículo informará a los ocupantes de todo lo que está ocurriendo y de por qué toma las decisiones que toma; por ejemplo, si ha tenido que salirse de la carretera.
“Ese vehículo empático, aparte de cambiar su funcionamiento, su modo de conducir, también reportará información a los pasajeros sobre qué está haciendo y por qué. De alguna manera, es pasar de un robot autónomo a un robot que tenga un conocimiento de lo que pasa dentro del vehículo. Por eso es importante, para que haya una aceptación de un transporte que tiene muchas ventajas, y si no se acepta, no entrará a la calle”.
En esta primera fase, un total de 50 personas voluntarias participaron en la experiencia de ir en un coche autónomo empático. La muestra estaba compuesta por conductores de edades comprendidas entre los 25 y los 55 años, y con una distribución balanceada de mujeres y hombres. Las futuras líneas de investigación se centrarán en la optimización del modelo a través de su entrenamiento para obtener altos niveles de precisión no solo por las experiencias en el simulador, sino también mediante la monitorización de conductores y pasajeros en condiciones reales de conducción.
¿CUÁNDO LLEGARÁ EL COCHE TOTALMENTE AUTÓNOMO?
Los coches que conducimos hoy presentan un nivel 1 de autonomía: te avisan si cambias de carril, si te acercas demasiado al coche de delante, etc. En opinión de José Solaz, hay que ver todavía cómo puede incorporarse la tecnología de nivel 2 y 3.
“El vehículo completamente autónomo funcionará seguramente en lo que son carriles dedicados, carriles específicos que ya existen para vehículos autónomos. De hecho, el vehículo autónomo en metro ya existe. Por tanto, circularán en rutas muy controladas, de manera que poco a poco se ponga la tecnología en funcionamiento en entornos con menos riesgo”.
“Lo que sí está a punto de llegar son los vehículos con nivel de autonomía 2 y 3 porque la legislación ha cambiado para permitirlo. En poco tiempo los veremos en las calles”, vaticina.