Si queremos adelantarnos al cambio climático tenemos que modificar muchas de nuestras actividades cotidianas. O, al menos, la forma en que las desarrollamos. Conducir vehículos eléctricos en vez de vehículos alimentados con combustibles fósiles, por ejemplo, es una buena manera de reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, para ir más allá, debemos repensar muchos de los elementos que forman parte de la vida moderna de una forma transversal.

En un contexto como ese, el empleo de plástico en la construcción de carreteras podría ser una buena muestra de cómo reinventar nuestro entorno para aprovechar mejor los recursos.

Nuestra adicción a los plásticos

Los seres humanos tenemos un problema grave de adicción al plástico. Según el Programa para el Medio Ambiente de la ONU, cada minuto arrojamos a los océanos un volumen de plástico equivalente a la carga de un camión de basura completo. Al mismo tiempo, de las 9.200 millones de toneladas de plástico producidas de 1950 a 2017, 7.000 (el 76%) se descartaron y terminaron en vertederos o contaminando el medio ambiente. Se trata de contaminación a gran escala.

En los océanos, la presencia de plásticos provoca una disrupción importante en los ecosistemas submarinos. Pueden verter químicos tóxicos en el agua, contaminarla y terminar afectando no solo a todos los organismos que viven en ella, sino también a aquellos que la utilizan de alguna manera. Como nosotros, por ejemplo. Al mismo tiempo, los plásticos más grandes (bolsas, botellas de plástico, envases…), representan un serio peligro para la vida de muchas especies marinas.

Plástico bajo los neumáticos

La construcción de carreteras ofrece una oportunidad óptima para la reutilización de plásticos. Desarrollada durante las últimas dos décadas, esta modalidad de uso del plástico ofrece unos beneficios claros. Para empezar, al utilizarse plástico reciclado, se reduce la huella medioambiental de su uso. Además, al ser materiales que ya están producidos, también se rebajan las necesidades de producción de plástico. 

Pero el empleo de plástico también ofrece ventajas para las carreteras. Dado que los distintos tipos de este material tienen diferentes comportamientos y propiedades, la mezcla utilizada se puede adaptar a las condiciones que requiera la calzada. Así, habrá mezclas más idóneas para una carretera con una elevada exposición al agua, otras que serán mejores en lugares en los que la temperatura oscile mucho y otras que aguantarán mejor el desgaste por uso.

Mezclar plástico con asfalto ofrece otra ventaja añadida. La producción de asfalto requiere del uso de petróleo. En este contexto, una combinación que requiera menos asfalto, exigirá, al mismo tiempo, una menor cantidad de petróleo para ser producida. Así, el uso de materiales reciclados redundará también en el ahorro de recursos como el petróleo, tremendamente escasos. 

Carreteras plásticas en el mundo

La ciudad de Nueva York estrenaba el año pasado varios tramos de carreteras que empleaban plástico en su composición. Situados en el borough de Staten Island, formaban parte de un proyecto de la compañía británica MacRebur, en colaboración con el Departamento de Transporte de Nueva York. 

La mezcla de asfalto empleada en Staten Island contenía plásticos casi imposibles de reciclar. En algunos casos, el contenido de polímeros alcanzaba el 12% del producto final. Según decía en Forbes Roddy McEwen, representante de MacRebur, los plásticos habían demostrado que «mejoraban la resistencia a las grietas del asfalto». 

Los investigadores del Laboratorio de Asfalto y Pavimento Mizzou de la Universidad de Missouri trabajan en un proyecto similar. Este mismo año, en colaboración con el Departamento de Transporte de Missouri, inauguraban un piloto que empleaba neumáticos descartados y deshechos plásticos en una carretera. Estos deshechos, mezclados con el asfalto, podrían servir para aumentar el tiempo de vida útil del pavimento. Así, se reducirían las necesidades de mantenimiento, pero también del empleo de nuevos recursos.

Australia también se plantea dar luz verde a una serie de proyectos parecidos. En Victoria, la Universidad RMIT plantea hacer hasta diez carreteras que emplean polímeros en su composición. La ciudad de Melbourne estará entre las primeras urbes australianas en utilizar más de 21 toneladas de plástico para construir hasta 900 kilómetros de carreteras. 

Pero el empleo de plástico en calzadas no tiene porqué limitarse a su mezcla con asfalto. En la ciudad de Zwolle, en Holanda, en el año 2018 se inauguró un carril bici construido íntegramente con plástico reciclado. Gracias a su composición, en la que se usó el equivalente a más de 218.000 vasos de plástico, este carril bici podría terminar siendo treinta veces más duradero que uno de asfalto.

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